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Un enfrentamiento: la gracia y las buenas obras

Jueves 28 de abril

Un relato que me enviaron en un mensaje electrónico, presenta de manera sorprendente la verdad de la gracia. Hay una fila de personas esperando para entrar al cielo. Pedro anuncia que se necesitan 100 puntos para entrar. Cada persona tiene la oportunidad de contarle lo que él o ella han hecho, para ser merecedores de entrar al Paraíso. Luego él les adjudicará los puntos.

La primera persona afirma que él estuvo casado con la misma mujer durante 50 años y que nunca le fue infiel ni siquiera con el pensamiento Pedro le concedió tres puntos. Sorprendido, el hombre añade que asistió a la iglesia durante toda su vida y que colaboró con la misma mediante sus ofrendas y servicio personal. Pedro le concedió un punto adicional. Rompiéndose los sesos, el hombre se acordó que había ayudado a establecer un servicio de comidas para los pobres y trabajado como voluntario en un hogar para desamparados. Pedro le dio dos puntos adicionales. Desesperado, el hombre se queja en voz alta: «¡A este paso, la única forma de entrar al cielo es por la misericordia de Dios!» Pedro le concede 100 puntos y le hace señas para que entre.

Desde luego la historia es ficticia. Sin embargo, ilustra muy bien el hecho de que no importa todo lo bueno que hagamos, es únicamente mediante la gracia de Dios que entraremos al cielo. Entonces, ¿cómo encajan las buenas obras dentro de todo esto? Algunos afirman que no importa lo que hagas, la gracia lo cubre todo. Por otro lado, hay quienes enfatizan la necesidad de realizar buenas obras. El equilibrio entre los dos extremos puede ser difícil de sostener.

Los sacerdotes estaban cubiertos por sus vestiduras sacerdotales, pero aun así tenían que realizar labores específicas. Esas actividades iban desde mantener sus cabezas cubiertas en todo momento, hasta no acercarse a personas muertas.

La gracia de Dios nos cubre por completo. Per es la única forma en que somos salvos.

Al crecer en la gracia, el Espíritu Santo nos fortalece para obedecer los mandatos expresados por Dios a todos los cristianos, así como sus órdenes específicas para cada creyente. Él nos llama a observar los Diez Mandamientos que están cimentados en el amor por él, y en el amor al prójimo. Luego nos llama a ser misioneros: fuera de nuestro medio, así como en nuestro vecindario.

Nuestras obras no nos salvan. Más bien, son el resultado de nuestra salvación; de nuestra relación con el Salvador.

No realizamos «buenas obras» para salvarnos, sino porque somos salvos.

PARA COMENTAR
1. ¿Te inclinas a la salvación por las obras, o a la salvación por la gracia? Motiva tu respuesta.
2. ¿Cuáles son algunas de las tareas específicas que Dios desea que realices?

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