jueves

Un nuevo Canto (Vivencias Cristianas)


Edgar se encontraba sentado en el hospital esperando los resultados de sus exámenes médicos. No es nada. Sólo estoy cansado. He trabajado demasiado, pensaba, tratando de darse ánimo a sí mismo. Pero sus esfuerzos no mitigaban la inseguridad.

Algo andaba mal. A la edad de 27 años Edgar ya era un compositor y un artista reconocido en Armenia, su tierra natal. Inició su carrera como compositor de música a los 21 años. En el año 2002 compuso una pieza
musical en honor a los fallecidos durante los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en la ciudad de Nueva York, en el primer aniversario de los ataques. Su fama creció, e interpretaba sus propias composiciones en los salones más prestigiosos de Armenia. En ocasiones se sentía preocupado y asustado por lo bien que le iba en su carrera. 

Entonces comenzó a sentirse débil y cansado. Procuraba descansar, pero la debilidad no se le quitaba. Finalmente, fue al hospital para hacerse exámenes. —Usted tiene leucemia —le informó un médico mientras veía su expediente. Edgar respiró profundamente mientras repetía la palabra en su mente. Leucemia. Eso es
algo asímo un cáncer, pensó dentro de sí.

—Pero se puede tratar —continuó el doctor. Edgar hizo un esfuerzo para escuchar lo que el médico le decía, pero en su mente repetía una y otra vez: ¡Cáncer! ¡Cáncer! La gente se muere de cáncer. Edgar vio que
sus sueños se sumergían en la oscuridad, y eran reemplazados por habitaciones en el hospital, sueros intravenosos y temor.

LUZ EN LA OSCURIDAD

Edgar viajó a Alemania para recibir tratamientos. Intentó tener esperanza, pero al morir dos de sus compañeros de habitación la desesperanza parecía apoderarse de él. Su enfermedad era cada vez más fuerte y él se sentía demasiado débil.

Una noche soñó que estaba en un cuarto oscuro, observando a personas del otro lado de una puerta de cristal. Entonces sintió que alguien entraba en la habitación. —Vivirás muchos días más —le dijo una voz. 

Edgar se volteó hacia la voz y vio a un hombre joven vestido de blanco que lo observaba. Edgar experimentó una sensación de paz que inundó su alma. Sintió que estaba en la presencia de Dios. Al día siguiente, mientras esperaba los resultados de un análisis de médula ósea, dejó de sentir temor. Sabía que su vida estaba en las manos de Dios. El doctor llegó a su habitación con una mirada de asombro. 

—Tu médula ósea está limpia —dijo el facultativo— No tienes ningún indicio de leucemia. ¡Qué alivio inundó a Edgar al recordar la voz de su sueño: Vivirás! Edgar no tiene dudas de que Dios había obrado un milagro en su vida. Quería regresar a su casa en Armenia, olvidarse del resto de los tratamientos y encontrarse con Dios.

Pero los médicos le animaron a terminar con los tratamientos, así que se quedó.

UNA NUEVA ESPERANZA

En el hospital Edgar tuvo suficiente tiempo para meditar y orar. Pensó en su tía, quien le había leído la Biblia cuando era niño. Recordó la emoción que había sentido al escuchar los relatos de la Biblia.

Pero al llegar a la adolescencia, se olvidó de los relatos bíblicos y la oración. Edgar nunca dudó de la existencia de Dios. Y ahora deseaba regresar a Dios y volver a aprender acerca de este Dios que
no lo había olvidado. Pasó horas en el hospital hablando con Dios.

Fue durante este tiempo que escribió su primera canción. Mientras oraba y alababa a Dios con su música y palabrasm aumentó su fe. Luego se le formó en el cuello un coágulo de sangre de muy alto riesgo. Le dijeron
que cualquier movimiento repentino, hasta una tos, podría causar que el coágulo se soltara y le causara una apoplejía. 

Edgar  llamó a su tía y le pidió que orara por él y que le pidiera a la iglesia que también orara. Pero el coágulo permanecía como una espada sobre su cabeza. Los doctores le dijeron que nunca se disolvería, pero podría
endurecerse y tornarse menos peligroso.

Pero cuando los médios le hicieron pruebas en el coágulo, encontraron que ya había desaparecido. Los  médicos una vez más quedaron asombrados por los resultados, pero Édgar sabía que Dios nuevamente le
había devuelto la vida.

UN NUEVO MINISTERIO

Por fin Edgar pudo regresar a su casa en Armenia. Llevaba con él una nueva fe. Al poco tiempo de haber regresado conoció a una joven cristiana y estudiaron juntos la Biblia. Ambos se convencieron de que la
Iglesia Adventista del Séptimo Día era la verdadera iglesia de Dios. Fueron bautizados en el otoño de 2006. 

Unos meses después se casaron. “Jamás me olvidaré de lo que que Dios hizo por mí”, cuenta Edgar. “Jesús ha traído un nuevo canto a mi vida y me ha dado un nuevo ministerio. Ahora vivo para servir a Dios”
Nuestra misión en el mundo es contar a otros lo maravilloso que es nuestro Dios. Nuestras ofrendas para las misiones ayudan a levantar a la humanidad de las profundidades de la oscuridad espiritual, y a darles un nuevo canto, un canto de esperanza y de fe. 

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